viernes, 23 de mayo de 2014

PROGRAMA 15 . Escuela en fuga



Programa emitido el jueves 22/05/14 por El Aprendiz Radio
www.elaprendizmedios.com.ar


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Una escuela que se hace en fuga de sus modos

Las instituciones escolares como todo ámbito de lo social, son territorios plagados de ideales, creencias y prácticas. 
 
En este sentido son templos paganos, donde se dan citas miles de feligreses a constatar y sostener la fe de la que se alimenta (y del “pan” que comparten).

En el CFP 24 constatamos la presencia de más de mil estudiantes que se dan cita casi cotidianamente en ese templo del “saber” que supuestamente es la escuela. En esa conjunción entre educación y trabajo, pilares de la fe moderna, se erige nuestro edificio y muchos de nuestros esfuerzos por sostenerlo y reproducirlo.

Pero desde hace rato ya venimos percibiendo que esas representaciones se nos diluyen, no producen los efectos anhelados, y nos embarga una especie de tristeza e impotencia a los que intentamos sostener su lógica.

Cansados, aspiramos una y otra vez nutrir esa fe en sus enunciados y practicas (futuro, trabajo, saber, enseñar, jerarquías, etc. etc.) y una y otra vez fracasamos en el intento.
Cansados entonces, decidimos agotar esos enunciados, y lanzarnos a otras búsquedas asumiendo la condición de des-astre (sin astros) que guíen ya nuestro hacer.

Borges hablando sobre cuentos de Chesterton, nos dice que “el universo de los ateos es un laberinto sin centro”. 
 
Nuestro “centro” en condición de “desastre” se descentra y se abre en miles de capas y pasadizos donde se ensanchan haceres múltiples, cuando en éxodo de sus formas ensayamos otras.

Esos laberintos borgeanos que se nos despliegan son fruto no ya de constatar la caída de los relatos constitutivos, sino fundamentalmente de sentir algo más primario e indecible que es la presencia de cuerpos, afecciones, deseos, proyectos que se arman al calor de los encuentros.

El Centro deja de serlo (se hace excéntrico) para que en su fuga, se experimenten las potencias de los cuerpos que la componen como calderos que van nutriendo su territorio, y sus prácticas (muchas ambivalentes claro) poblando sus espacios / tiempos.
El miedo al “caos” (imaginario primero de formas que se desvanecen), mutan en imágenes otras que se forjan por los sentidos más “sentidos” que la recorren y la pueblan, y no ya por el Sentido (así con mayúsculas) que debería habitarlo.

De esa escuela que se hace en condición de “fuga” de sus modos habituales, queremos dar testimonio en este número del “Aprendiz”.

Invitamos a leer estos relatos / testimonios en clave de inteligencias de los cuerpos que se componen y arman (y desarman) a partir de proyectos comunes que se fabrican al ardor de las sensaciones del contacto de los cuerpos, y no ya de adecuación o no a ideales y formas previas.

Si como dice Ranciere “el ámbito de lo social es el sitio de la obediencia y no de la inteligencia”, estos relatos / testimonios son menos una crítica (negativa) a la Significación histórica de la escuela, que una afirmación de otros modos de hacer y sentir cuando ya la relación de obediencia y mando se relaja, y por eso, se desplieguen inteligencias colectivas.

Una escuela que fuga es un laberinto sin centro…


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